Centro
Cada vez que nuestras finas autoridades marcan este tipo de fechas en el calendario, pues me da una emoción barbara, no porque yo pueda aprovechar estos "puentes", sino porque los que si lo hacen se van y dejan ami ciudad tan tranquila y bella como la recuerdo de niño, yo creo que a muchos nos pasa.
Dos veces a la semana mínimo, mi madre se trasladaba al centro de la ciudad a surtir de la ropa que se dedico a vender la mayor parte de su vida, a mi solo me tocaron los últimos viajes, pero fueron unas travesías tan ricas, en compañía de mi madre o de mis hermanos, platicar en el "pesero" de todo lo que iba viendo o de lo que se me ocurriera, llegar a Taxqueña y comprar los boletos después de atravesar un paradero que era la mitad de lo que es ahora, meterme por abajo de los torniquetes, para mi era un juego, pero era un ahorro real para el bolsillo de mi madre, correr a apartar lugares cuando el convoy llegaba, sentarme en la ventana para ir viendo las cosas que estaban en la calzada de tlalpan, preguntar el porque y para que de los edificios, las estaciones y los lugares que recorríamos, siempre contando las estaciones para bajarnos en el Zócalo, mi mama nunca se dormía en el viaje y siempre corría tras de ella a la hora de realizar las compras, conocer los lugares en los que ya la conocían, los vestidos en mixcalco, la ropa interior en la "Telvi", las blusas y pantalones cerca del teatro del pueblo, pasar por donde vendías guayaberas, los diversos maniquíes, la escuela de ciegos, el templo mayor, moneda y los puestos con electrónica (no muy buena en los ochenta), los joyeros al lado del zócalo, la policía militar, las tlayudas, el asta bandera, los carritos de hochos que eran una novedad y algo que agradezco infinitamente siempre después de comprar mi mama buscaba un lugar en donde comer, sin escatimar en gastos pero nunca tan finos jiji, comidas corridas, caldos de gallina, tacos de canasta, tacos de guisado, pollo asado y muchas delicias que no olvido.
Dos gustos muy arraigados me dejaron esas visitas al centro, el Metro una pasión sin sentido y por supuesto las calles llena de historia del centro.
Gracias Mamá
Dos veces a la semana mínimo, mi madre se trasladaba al centro de la ciudad a surtir de la ropa que se dedico a vender la mayor parte de su vida, a mi solo me tocaron los últimos viajes, pero fueron unas travesías tan ricas, en compañía de mi madre o de mis hermanos, platicar en el "pesero" de todo lo que iba viendo o de lo que se me ocurriera, llegar a Taxqueña y comprar los boletos después de atravesar un paradero que era la mitad de lo que es ahora, meterme por abajo de los torniquetes, para mi era un juego, pero era un ahorro real para el bolsillo de mi madre, correr a apartar lugares cuando el convoy llegaba, sentarme en la ventana para ir viendo las cosas que estaban en la calzada de tlalpan, preguntar el porque y para que de los edificios, las estaciones y los lugares que recorríamos, siempre contando las estaciones para bajarnos en el Zócalo, mi mama nunca se dormía en el viaje y siempre corría tras de ella a la hora de realizar las compras, conocer los lugares en los que ya la conocían, los vestidos en mixcalco, la ropa interior en la "Telvi", las blusas y pantalones cerca del teatro del pueblo, pasar por donde vendías guayaberas, los diversos maniquíes, la escuela de ciegos, el templo mayor, moneda y los puestos con electrónica (no muy buena en los ochenta), los joyeros al lado del zócalo, la policía militar, las tlayudas, el asta bandera, los carritos de hochos que eran una novedad y algo que agradezco infinitamente siempre después de comprar mi mama buscaba un lugar en donde comer, sin escatimar en gastos pero nunca tan finos jiji, comidas corridas, caldos de gallina, tacos de canasta, tacos de guisado, pollo asado y muchas delicias que no olvido.
Dos gustos muy arraigados me dejaron esas visitas al centro, el Metro una pasión sin sentido y por supuesto las calles llena de historia del centro.
Gracias Mamá
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