Justo hoy
Los días nublados se parecen a este amor que camina despacio, con el viento de frente, levantando polvo de dudas como en las tardes largas de avenida mojada. Hay miradas que son nubes bajas cargadas de silencios, palabras que caen finitas como llovizna sobre el parabrisas del alma, y otras que se sueltan de golpe, lluvia fuerte golpeando techos de lámina, recordándonos que el cariño también cala cuando no encuentra dónde guarecerse. Entre el olor a tierra mojada y el café que se enfría en la mesa, seguimos ahí, agarrados de la misma esperanza, aprendiendo a querer incluso cuando el cielo se nos viene encima.
A veces el granizo cae sin avisar, piedritas heladas golpeando la paciencia, marcando moretones invisibles en lo que sentimos, pero el amor resiste como esas flores tercas que brotan en las banquetas rotas. Caminamos bajo el mismo paraguas, cruzando juntos el aguacero, sabiendo que no todo es sol ni calma eterna, pero que aun en medio de la tormenta hay belleza en avanzar lado a lado. Porque amar también es mojarse sin huir, aceptar la tristeza del clima compartido y seguir diciendo “aquí estoy” aunque los días se pinten de gris.
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