Caldo a dos fuegos
1. Preparar el mandil
Lava las miradas como cilantro fresco y deja la carne del deseo a temperatura ambiente: todo se enciende mejor cuando está listo para el tacto.
2. Picar para el molcajete
Muele nervios e inseguridades hasta volverlos polvo, dejando sólo la textura suave de la confianza sobre la piedra compartida.
3. Sofrito en cazuela
Dora paciencia y curiosidad en aceite tibio, mezclando palabras dulces hasta que el aroma de la cercanía empiece a soltar vapor.
4. Integrar al caldo
Incorpora los cuerpos-ingredientes al hervor, moviendo con cuchara de madera para que se encuentren sin romper sus formas.
5. Sazonar al gusto
Agrega sal de caricia medida, chile de atrevimiento tenue y hierbas de improvisación, ajustando cada nota al paladar de ambos fuegos.
6. Dejar a fuego lento
Permite que burbujee sin prisa, cuidando el punto exacto donde la pasión espesa el caldo sin dejarlo rebasar.
7. Reposar y servir en barro
Apaga la lumbre, deja asentar los sabores, y sirve caliente en platos hondos donde el placer se bebe despacio.
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