RFA

Quiero que me recuerdes con los ojos de mi niñez, en ese tiempo en que solo entre tus brazos encontraba la calma, desayunos de huevo tibio y viajar por la ciudad a la escuela que en realidad era solo una cuadra, saber que después del sonar de la campana tú estarías ahí, corriendo porque algo estaba en la estufa o por planear el viaje al centro de la ciudad para surtir, viajar con tu mirada aunque cansada, me cuidaba y enseñaba, viajar a lugares que ya conocía, tratar con gente que se dedicaba a convencer con la palabra, regresar después de horas para mi, con la cobija de la noche y tus palabras que siempre le guiaban, repetir el ritual 3 o 4 veces a la semana y saber que estaba bien, porque estaba contigo, estabas triste pero sonriendo, desear que llegara el fin de semana que por las tardes te miraba tan tu, sentada a la ventana con el tejido o un libro en las manos, sonaba siempre “la radio” como tú decías, juntos viajábamos en esa jornada sonora de historias tejidas, tan bella tú y sin ganas de estar en ningún lado más, recuerda que me viste crecer, que le viste caer, llorar y aún cuando un hombrezote me llamabas tú, en tus palabras seguía existiendo el consuelo, el amor y las ganas de que no sufriera mi corazón, llegaron ellos y tu mirada cambió un poco, no para mal pero si dividida, pero presente, se estaban acabando las sonrisas, se apagaba esa chispa hasta llegar al hoy, en donde te pierdes muy fácil y vives de fantasías que no sabemos cuál es su origen, te vuelves la niña que quieres que cuide y ya no sonríes, un salto de 40 años nos separan de mis primeros días, un salto de ideas confusas y enojos prohibidos, rancios y para ti tan viejos, tú te quédate todo este tiempo, tú te perdiste poco a poco, tú eres la misma pero a la vez ya eres distinta, te pido que me recuerdes con tus ojos en la vejez, solo quiero eso, que cada día sepas que estoy aquí y me recuerdes cada vez.

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