R 1.0
Mamá… Sé que el tiempo ha sido inclemente con tu cuerpo y tu memoria, pero no hay un solo día en que no reconozca la fuerza que dejaste en nuestros pasos. Fuiste madre y padre, guía y refugio, arquitecta de un hogar donde nada faltó, aunque para lograrlo tuvieras que dejarte al último tantas veces. Tu voz —esa que aún busca historias en el radio— y tu risa suave cuando suena un acordeón, siguen siendo abrigo, mamá… abrigo como lo fueron en mi niñez. Hoy que la salud tambalea, y que a veces los recuerdos se te escapan como agua entre los dedos, quiero que sepas algo: cada instante contigo es un regalo que atesoro. No hay olvido que borre lo que sembraste, ni fragilidad que opaque lo que fuiste y eres. Ahora que eres bisabuela y el mundo parece más confuso, quiero que lo tengas muy claro: no estás sola. Estoy contigo, está mi hermana, y también está mi hermano… sí, él también, aunque no lo veas, está en cada gesto, en cada memoria que aún florece entre tus manos. Te amamos, mamá… con una...