Si

Nuestras miradas se encontraron, ambas se miraron cansadas y sigilosamente se acercaron, se midieron y se presentaron con respeto, como dos dragones después de la pelea, solo buscaron descanso y que alguien curara sus heridas, abatidas y deseosas de encontrar consuelo, se quedaron quietas y llegó su sonrisa, un manto de luz que eclipsa la fatiga, revive y levanta, se miraron nuevas, se sintieron cerca y se besaron formando dos lunas reflejadas en el agua, listas mara quererse e intentarlo de nuevo, morir en el intento y revivir en cada último aliento del contrincante para así iniciar este suculento juego de las mordidas y de el eterno beso, que se funde en cada nuevo intento de ser un solo tiempo.

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