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Motivo

Tan solo fueron diez segundos para perderme en tus ojos, dejarme arrastrar por el remolino de tu cabello y entrar en la locura de mis recuerdos. Tan solo fueron diez segundos para encontrar el sentido de la vida, respirar el aroma del deseo y morir siempre en el intento de cada parpadeo, con el temor de perder tu imagen. Ahora quiero diez segundos cada vez, para que en esos lapsos se construya una eternidad. Esperaré lo necesario y pagaré el precio del destino para ser yo el único mortal que reciba tu beso divino y vivir atado a ese ciclo sin fin de tu belleza y tu amor, hasta el fin de los siglos.

Así

Noche de desvelo, buscada a propósito, pensando en tus palabras y volando entre tus anhelos. Tocando el cielo, acariciando estrellas; eso es lo que tengo y eso es lo que quiero. Tus ojos, tus labios, tu voz al pronunciar mi nombre… lo demás, todo lo demás, nace en un deseo.

Así es

  Te quiero porque lo siento, y porque no encuentro palabra más poderosa. Te quiero porque eres tú, y no me imagino al lado de otra persona. Te quiero porque, sin decirlo, me haces saber que tú también lo haces. Te quiero porque juntos somos uno, y siempre seremos amantes.

Duda

 A veces me pregunto si somos una estrella que no quiso caer, suspendida entre constelaciones que olvidaron su nombre. Tal vez seamos dos cometas que se cruzan solo una vez cada mil años, dejando una estela breve pero inolvidable. ¿Qué somos? ¿Un parpadeo en la vía láctea? ¿Un poema escondido entre los anillos de Saturno? Cuando pienso en ti, me siento trompo girando en tu recuerdo, y tú pareces un balero que no termina de aterrizar en la palma del corazón. Jugamos sin tocarnos, como si fuéramos parte de un juego antiguo que nadie recuerda cómo se gana. Y sin embargo… a veces creo que somos personajes secundarios de una novela que alguien olvidó terminar. Amores que se rozan entre páginas, buscando una historia donde sí se den el beso. Somos tal vez un globo de cantoya atrapado entre las nubes y un cielo que no sabe si dejarlo ir o abrazarlo. Tú, con tus silencios cargados de música, y yo, con mis palabras disfrazadas de estrellas fugaces. ¿Qué somos? No lo sé. Pero si algún día el...

R 1.0

Mamá… Sé que el tiempo ha sido inclemente con tu cuerpo y tu memoria, pero no hay un solo día en que no reconozca la fuerza que dejaste en nuestros pasos. Fuiste madre y padre, guía y refugio, arquitecta de un hogar donde nada faltó, aunque para lograrlo tuvieras que dejarte al último tantas veces. Tu voz —esa que aún busca historias en el radio— y tu risa suave cuando suena un acordeón, siguen siendo abrigo, mamá… abrigo como lo fueron en mi niñez. Hoy que la salud tambalea, y que a veces los recuerdos se te escapan como agua entre los dedos, quiero que sepas algo: cada instante contigo es un regalo que atesoro. No hay olvido que borre lo que sembraste, ni fragilidad que opaque lo que fuiste y eres. Ahora que eres bisabuela y el mundo parece más confuso, quiero que lo tengas muy claro: no estás sola. Estoy contigo, está mi hermana, y también está mi hermano… sí, él también, aunque no lo veas, está en cada gesto, en cada memoria que aún florece entre tus manos. Te amamos, mamá… con una...

News

Interrumpimos la calma del día para reportar un suceso inesperado: su risa. Sí, esa que estalló sin previo aviso entre tazas de café y murmullos distraídos, y que dejó en el aire una vibración distinta, como si algo importante —aunque invisible— hubiera ocurrido. Vecinos aseguran que el sol pareció asomarse con más ganas después de oírla, y que el tiempo, por un segundo, se detuvo a escuchar. La carcajada fue breve, pero suficiente para causar un leve desajuste en la normalidad. Se detectaron sonrisas espontáneas, suspiros largos y miradas que buscaron sin saber qué. Se desconoce su origen, pero se confirma su impacto: fue ella. Su alegría desordenó la jornada, cambió titulares internos y dejó en el aire la sospecha de que la belleza, a veces, se manifiesta como risa… y se vuelve noticia.

Mi Menilla

 Mi niña hermosa  Un vocho anaranjado  Una mañana con restos de lluvia Un muchacho nervioso y emocionado Una muchacha pálida pero con una sonrisa eterna Un ladrido de perro  Un sentimiento que no reconocía Una luz envuelta en cobijas Eso es lo que recuerdo del día en que llegaste, en el que mi vida también cambió, en el que dejé de ser niño y me convertí en un tío, no olvido esa primera vez que te vi, nunca olvidaré la primera vez que tomaste mi dedo, y no olvido jamás el amor que te tengo y la vida es buena conmigo porque en ella existes tú. Te amo mi niña!!! Y aunque el tiempo ha pasado y hoy ya eres una mujer, para mí seguirás siendo esa luz envuelta en cobijas que me enseñó a amar sin medida.

Se quedo

  Hay algo en mí, sí, algo que llegó sin aviso y que se quedó. Pero no se nota cuando río fuerte, cuando abrazo a los míos, cuando manejo con la música a todo volumen o cuando me dejo querer sin apuros. Sigo siendo el mismo: el que disfruta los pequeños momentos, el que se burla de sí mismo, el que ama con todo. No todo está en su lugar, pero lo que importa sigue firme. Hay días con más sombra, sí, pero también hay luz que se cuela por todos lados. Y mientras pueda seguir riendo, sintiendo, soñando, yo sigo aquí… como si nada, pero más vivo que nunca.

Valor

Te miro desde el camión, mientras en la banqueta barres tus pasos como quien no quiere dejar huella. Yo recojo lo que otros tiran, pero a ti… a ti te quiero juntar con cuidado, como si fueras el pedazo limpio de ciudad que se salvó del olvido. En cada vuelta me digo: “no seas güey, díselo ya”, pero me gana el silencio, como cuando la bolsa está rota y uno la levanta sin hacer ruido pa’ que no se riegue todo. No tengo flores, pero tengo olor a madrugada, a guantes sudados y a chamba bien hecha. Si supieras cómo me brillan los ojos cuando te asomas con tu cafecito al paso del camión. No traigo carrazo, pero mi camión canta, rechina y late, como mi pecho cuando pasas. Si tú quisieras, te recojo cada noche —no como basura, sino como tesoro perdido entre las calles de esta ciudad rota y hermosa.