Nocturno con sabor a i

Amaneció otra vez, mirando las nubes y sintiendo tu piel, confundir el beso del viento con el perfume de tu aliento, perdiendo sin miedo el pudor del desnudo matutino, por observar tu piel en el lienzo completo y a la sombra de el reflejo eterno del espejo de los besos con los que te tatué, recorriendo con la mirada desde tu cabello, haciendo pausas con los dedos, hasta el movimiento de tus dedos pequeños, esos que también juegan por las noches de ensueño, a quedarse quietos mientras nos gana el deseo, así con furia te beso, con fe ciega te siento y con las miradas de frente te envuelvo en mi mente y sin preguntar te llevo en mi pasión ardiente, en la que me importa como se mueve tu cabello al ritmo de la luna cuando se pierde en el cielo y solo en el mar eterno, se encuentra con su reflejo, besándose tímidamente pero deseando que la marea reinicie el juego, la luz del sol se dibuja en tu piel morena y con celo reclama que el amor no tiene tiempo y nos pide su tributo, que siempre comienza devorándonos con un beso.

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